Resumen:
La crisis en el campo educativo ha sido recurrente, nadie está satisfecho con la formación que
recibe, por lo que es motivo de confrontación social y una disputa de poderes políticos. La
educación, además, es un gran negocio cuyo modelo masificado, industrializado es sinónimo de
bienestar y un derecho obligatorio.
Escuela se confunde con aprendizaje y educación; escuela se confunde con laboratorios
modernos, servicios de vigilancia, textos actualizados, mallas curriculares actualizadas,
profesores, bancas, pupitres, etc. Por lo que, cualquier intención de aprendizaje por fuera de
dicho modelo es inservible y algo que debe ser mejorado.
La educación en el Ecuador, a partir de la posesión de la “Revolución Ciudadana” en el
poder, se la denominó (como una estrategia de marketing) “Revolución Educativa”, revolución
que como tal solo tiene el nombre puesto que ha fortalecido las dinámicas aplastantes que
debilitan las posibilidades de cohesión social, autonomía y factores inclusivos, dejando de lado
otras formas de educación, otras formas de ser y estar.
En el caso de las comunidades indígenas, el plan de reordenamiento de la oferta
educativa potenció efectos contrarios a lo que promulga la Constitución del 2008 y de esta
manera el empobrecimiento y la exclusión de los sectores más vulnerables.